martes, 29 de mayo de 2012

Revendedores

OTRA VEZ TALÍA Y LOS REVENDEDORES Francisco Chaviano González. Jaimanitas, mayo de 2012 /Cambio-Debate/. La periodista de la Televisión Cubana Talía González, presentó este martes día 8 un nuevo capítulo de lo que es ya una serie de ataques contra los trabajadores por cuenta propia, a quienes tilda de oportunistas revendedores. Es evidente que la reportera oficialista está cumpliendo una encomienda del propio gobierno, para justificar la ola represiva que se ha iniciado contra estos comerciantes. En su trabajo Talía entrevista a una persona a quien le han revendido un artículo, que cuenta: “Llegué y había mucha cola para comprarlo, regresé al siguiente día y se había acabado en la tienda, alguien por fuera me lo vendió a mayor precio”. Entrevistó también otro caso a quien pretendió adjudicar el mismo título sin corresponderle: “Fui a la Comisionista (comercio del estado que vende artículos de producción nacional en pesos) y no habían brochas de pintura, acudí a las tiendas Shopping (del estado que vende en dólares) y los precios eran excesivamente caros - y concluyó sugerido por la periodista -, tendré que acudir a los cuentapropistas”. Revendedores hay algunos de ocasión, o en sectores de mucha demanda y deficiente oferta como la de materiales de construcción, pero, ¡no son la esencia del problema! Si se tratara de eso, bastaba con someter los precios de los productos a las leyes del mercado de oferta – demanda y asunto concluido, pero el problema es mucho mayor y más complejo, ha sido sembrado con años de falta de voluntad política, a la que se añadió una mescla de mala intensión y veleidad administrativa por parte del gobierno. Para que se pueda entender el asunto, debemos aclara que las tiendas estatales de menor precio son las conocidas en la población por su antiguo nombre de Comisionistas, cuyos precios son draconianos, por ejemplo: las brochas en cuestión suelen oscilar entre 30 y 125 pesos según su tamaño, equivalente a la paga de quince días de labor de un trabajador, un verdadero abuso, como asegura una empleada de la tienda de Jaimanitas referente a su salario. Las tienda Shopping que venden en dólares, son el doble de caras, cosa que no alcanza a justificar el hecho de tener mejor calidad. A los cuentapropistas por su parte no se les abastece al por mayor ni otras facilidades, como es usual en el mundo, en su lugar les está establecido adquirir los insumos en las tiendas anteriores, elaborar los productos y luego venderlas a sus colegas mercaderes para el expendio al detalle, lo cual les pondría en una desventaja abrumadora para con estos establecimientos y sus proveedores. Como esto es insostenible en la práctica, las cosas no suelen suceder así, administrativos o empleados de las fábricas, se apropian de una parte de la producción que desvían, entre otros, a cuentapropistas que se convierten en una suerte de almacén mayorista para surtir a sus congéneres. De esta manera los vendedores particulares se hacen posible y su espíritu emprendedor les convierten en más eficientes: están más cerca del consumidor, tienen mejor surtido y a precios inferiores (más altos en los momentos en que el producto referente escasea en esas tiendas, pero no porque los haya acaparado para revender).Ellos representan una especie de rectificación al desastre estatal. El síndrome del problema tiene como centro, el abuso extremo con la paga de los trabajadores por parte del gobierno, éstos reciben como promedio, la decima parte de lo que precisan para cubrir sus necesidades básicas y de aquí, que se vean compulsados a la ilegalidad como único medio de palear sus penurias más apremiantes. La malversación, se ha convertido en la regla de oro, sin ella no tiene sentido trabajar. El asunto ha tomado tal relieve y hay tanta gente involucrada, que cuando compras un producto en una tienda estatal, no puedes estar seguro si es del establecimiento o de cualquiera de sus empleados, si de la fabrica o artesanal con materiales de la primera. Tampoco es posible conocer qué por ciento de la producción de un establecimiento sigue el curso establecido, y cual se desvía para beneficio particular: sustraído por los trabajadores, venta no declarada en entidad estatal o surtido a ciertos cuentapropista. Este marasmo de ilegalidad suele servir al gobierno de cierta manera, por paradójico que pueda parecer, ya que al delinquir se hacen vulnerables y por tanto, se saben en las manos de las autoridades que pueden acabar con ellos cuando quieran. En el caso de los cuentapropistas, bastaría pararse frente a su tarima e indagar por cualquiera de los productos que tiene en exhibición y no habría una justificación válida.

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