martes, 24 de abril de 2012

Boteros asediados

Jueves, Abril 19, 2012 | Por Frank Correa LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -Los boteros, gremio compuesto por taxistas particulares que conducen viejos autos americanos de los años cincuenta (a los que los cubanos llamamos almendrones), se quejan de la exclusión a la que son sometidos por leyes gubernamentales, y también de las constantes multas de los policías de tránsito. Con sus almendrones marcas Ford, Chevrolet, Plymouth, Dodge, Pontiac o Buick… los boteros alivian la crisis del transporte, ofreciendo un servicio a la población que el Estado es incapaz de brindar. Pero la jefatura de la División del Tránsito los segrega con numerosas prohibiciones, entre las que destacan no poder recoger pasaje en las paradas, en las esquinas, ni en los semáforos. Bacteria, un botero de 38 años, que conduce un Cadillac cola de pato, de 1956, en la ruta Paradero de Playa-Parque La Fraternidad, asegura que “de cien multas que pone la policía, noventa y nueve son impuestas a boteros. Y de cualquier incidente que sucede en la vía siempre nos culpan a nosotros. Andan locos tras nuestro dinero”. El otro día lo detuvo un policía, en Tercera y 70, Miramar. Quiso multarlo por exceso de velocidad. El botero se defendió, expresando que sin la evidencia del velocímetro, la multa no procedía. El uniformado alegó que la pistola de medir no tenía pilas, así que estaban trabajando a ojo de buen cubero. Los pasajeros que viajaban en el Cadillac apoyaron a Bacteria, entonces el agente requisó los papeles del vehículo, todo aparecía en orden. Pidió ver el neumático de repuesto, estaba en el maletero. Hizo que encendiera los faros delanteros, que hiciera cambios de luces, que probara los indicadores de estacionamiento, los focos neblineros. A pesar de las quejas de los pasajeros, por la demora, examinó los espejos. Luego pidió que activara el inyector de agua, para comprobar si el limpiaparabrisas funcionaba. “El colmo fue cuando me pidió que le mostrara el botiquín –exclama Bacteria- ¿Imaginas qué locura?” Los viejos autos americanos que hacen de taxis en Cuba, tienen ya sesenta años, y sobreviven gracias a los inventos de los mecánicos. A veces se encuentran almendrones combinados con piezas de modelos tan variados, que son híbridos rodantes. Resulta proverbial la imaginación de los boteros para agrandar el espacio y cargar más pasajeros. Un botero famoso, de la ruta Habana Vieja-La Lisa, al que llaman Jeringuilla, le instaló un motor de Peugeot al Chevrolet que conduce, y lo adaptó para trabajar indistintamente con petróleo, keroseno y gasolina. Además, añadió dos asientos plegables dentro el maletero, que utiliza de noche, cuando hay partidos de béisbol en el estadio Latinoamericano. Como muchos boteros, Jeringuilla no tiene licencia de taxista, ni es el propietario del auto, siempre anda escabulléndose de la policía. Dice Bacteria que “por culpa de gente como ésa, pagan justos por pecadores”.

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