martes, 3 de abril de 2012

EL PAPA Y SUS OFICIOS EN CUBA

Francisco Chaviano González

Jaimanitas, 1 de abril de 2012 /Cambio-Debate/. En 1998 cuando Juan Pablo II visitó a Cuba, se encontró a una creciente Iglesia de feligresía fervorosa que esperanzados coreaban: “Se oye, se siente, Jesús está presente”. El clero, estaba más identificado con el pueblo que hoy y su máxima expresión fueron las palabras del Arzobispo de Santiago de Cuba, monseñor Pedro Maurice Estiú, quien clamó por un cambio gubernamental que propiciara el reencuentro de los cubanos. La represión fue poca, los opositores estuvieron presentes en las diversas plazas donde se ofició misa, algunos portaban carteles con diversos reclamos y retumbó el clamor de: “Libertad, libertad, libertad...”

Catorce años después el panorama ha cambiado, se respira un hálito de concordato fatuo antes de la visita de Su Santidad Benedicto XVI. La jerarquía católica de la isla que ganó un espacio protagónico en el país a expensas de la lucha disidente, parece haberle dado la espalda a los mismos en su afán idílico con el gobierno. En el paroxismo, la cúpula eclesial se puso de espaldas a la represión y más allá, hubo prelados que la solicitaron para sus templos, mientras que otros llegaron a ejercerla con violencia, como ocurrió en Holguín. El pueblo dejó de ver la presencia de Dios en este viaje de su vicario y por ello coreó: “Se oye, se siente el Papa está presente”.

La represión fue en aumento a medida que se acercaba la llegada del Sumo Pontífice, la generalidad de los opositores fue a parar a las mazmorras policiales varias veces durante el último mes, por horas o días. El hecho fue más notable aún en el caso de las Damas de Blanco, las cuales tuvieron que sufrir disímiles embestidas antes de la llegada del Papa y todas estaban detenidas al momento de su misa en la Plaza José Martí de la Habana. En sentido general no se les permitió a los disidentes participar en las homilías de Su Santidad.

Es evidente que el gobierno se propuso no permitir las expresiones libertarias que ocurrieron en la primera visita papal y desde antes de la llegada del Santísimo dejaron claro que su gente colmarían la plaza. Los religiosos y fieles invitados estaban rodeados por las turbas paramilitares y alumnos de la UCI (Universidad de Ciencias Informáticas). Luego, en franca minoría ante el número de infieles, los creyentes.

No obstante a la postura política de la iglesia, hubo actitudes dignas de destacar. Otra vez la Arquidiócesis de Santiago de Cuba sacó la cara a favor de los cubanos, ¿habrá allí realmente un influjo de la Virgen de la Caridad del Cobre? Su arzobispo, monseñor Dionisio Guillermo García Ibáñez, tuvo bellas palabras de bienvenida que incluyó un reconocimiento a su antecesor el extinto monseñor Pedro Maurice Estiú y con ello, una renovación de las duras críticas gubernamentales del mismo. Se suma que en la despedida, un obispo rehusó estrechar la mano de Raúl Castro y le dio la espalda.

A pesar que los potenciales contestatarios habían sido detenidos o retenidos en su generalidad, un afrodescendiente puso en alto la cubanía cuando tomó un micrófono para gritar: “Abajo el Comunismo”. De inmediato varios agentes policiales lo sacaron del lugar y un miembro de la cruz roja cubana, cómplice de la represión, le dio con la camilla de auxilio. Lo tiraron sobre una parihuela, lo sacaron de la vista pública, donde no es de extrañar repitieran su acción de violencia.

En la Habana ocurrió algo parecido, nos cuenta el laico de la parroquia del Corpus Cristi Guillermo Padilla Alfonso, vecino de 242 # 312, Jaimanitas: “Estábamos muy lejos de la tribuna, detrás de los alumnos de la UCI, y en un momento de la liturgia donde se reclama silencio, un mulato que estaba a unos metros de mí grito: “Papa no te vayas todavía, reza mucho para que se acabe el comunismo en Cuba”. Un joven de la UCI se le echó encima y le dio un puñetazo. Acudió la policía política y se lo llevaron. Una santera que estaba detrás dijo: “Rómpanle la cara pà que respete”. Me viré y la enfrenté: “¿Por qué señora, por qué, usted no oyó lo que acaba de decir el Papa?”.

Ella no esperaba mi reprimenda y quedó atónita.

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