martes, 25 de octubre de 2011

EL MOMENTO DE LA UNIDAD (I)

Francisco Chaviano González.

Jaimanitas, 10 de septiembre de 2011. El movimiento disidente cubano nació en unidad, en la década de los 80, de la mano de Ricardo Bofill, fundador del Comité Cubano Pro Derechos Humanos (CCPDH), como resonancia del sindicato polaco “Solidaridad”, movimiento que se basó en la fuerza que da la unidad y sirvió de catalizador a los deseos de cambio en Europa del este que terminó con el régimen totalitario en el viejo continente.

Apercibido Castro del peligro que tal movimiento unido significaba, decidió diezmarlo mediante el fraccionamiento y la represión. Así penetran al (CCPDH) reclutando a algunos de sus miembros (de lo que se quejó muchas veces Bofill) y lo hicieron estallar desde dentro, provocando la fragmentación del grupo.

El ejecutor principal de esta tarea de fragmentación, promovió además una reacción en cadena incentivando la creación de nuevos grupos, entre los simpatizantes que arribaban hastiados del comunismo y deseosos de democracia.

La familia de traidores fue creciendo, el arte de la policía política para aprovecharse de las miserias humanas trastocó en topos a los opositores más débiles. Hoy están en todos los niveles, desde los trabajo de poca monta, hasta en primera fila, que son los que más daño hacen. Estos faros del desastre: dan información distorsionada, crean dificultades a los proyectos, y promueven los que están viciados, o a los que se pliegan a sus intereses.

Con el apoyo de la Contrainteligencia que acciona sus resortes dentro y fuera del país, para darles cobertura, estos camajanes alcanzan una relevancia e influencia enormes. Han convertido al proceso de Cambio en una filosofía, en la que señalan al exilio como una fuerza que aniquilará a la oposición interna para tomar su lugar y aseguran que los remanentes del gobierno y la policía serían más afines con nuestros intereses que aquellos, llegado el momento.

Estos son los cancerberos de la desunión. Cada vez que existe un proyecto para juntar las fuerzas opositoras, se encargan de destruirla. Son una cofradía que se presenta favorable al cambio, utilizan sus influencias para lograr aportes y tras un tiempo prudencial crean chanchullos, consiguen que los fondos se retiren, endilgan al compatriota clave el epíteto de malversador (que solo a ellos corresponde), utilizando las técnicas de la policía política.

Por lo regular logran sus objetivos, destruyen los proyectos de unidad, engañan a la gente, al Cuerpo Diplomático, a las instituciones del exterior y a un considerable número de compatriotas de adentro y fuera del país, porque es más fácil creer que investigar.

De aquí la necesidad de crear el parlamento de la sociedad civil independiente, donde los camajanes perderían sus poderes, pues la voz de la oposición pasaría a ser colegiada al igual que sus decisiones. Se acabarían los desmanes de estos individuos, porque los parlamentos si tienen la capacidad y el deber de investigar.

El momento de la unidad ha sido siempre, desde Ricardo Bofill hasta nuestros días, porque en ella reside la única posibilidad de vencer.

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