martes, 25 de octubre de 2011

EL MOMENTO DE LA UNIDAD (II)

Francisco Chaviano González

Jaimanitas, 14 de septiembre de 2011 (Agenda para la Transición Cubana). Un compatriota valioso a quien conozco desde la prisión, un demócrata convencido que ve en la estructura parlamentaria el método más adecuado para acceder a la unidad de la oposición cubana, y resalta su coincidencia histórica con las Asambleas de Guáimaro y Jimaguayú de nuestras guerras de independencia; de pronto se desvía de este sendero y se desata en numerosas dudas que paso a comentarles.

Dice el amigo que el parlamento se estructura de abajo hacia arriba con una cuota de representación en dependencia de los habitantes por provincia y que las elecciones tienen que ser democráticas en todos los niveles y para todos los cargos. Señala el peligro de que tal democracia sea manipulada por la poderosa policía política y los agentes y traidores estén dominando todos los puestos claves. Recuerda como en la época del intento de unidad bajo el proyecto “Concilio Cubano”, la comisión de ética estuvo controlada por esta ralea, que comenzó a sancionar y expulsar a los verdaderos opositores, y concluye dudando si este sería el momento para la unidad.

El parlamento que necesitamos es sui géneris, apropiado a nuestras condiciones y necesidades, en modo alguno puede ser paralelo a la Asamblea Nacional, sino interino de la sociedad civil independiente. Su universo poblacional no coincide con el de las provincias y no se puede armar de abajo hacia arriba sino al revés, no obstante cada provincia tendrían su junta independiente, estarían equiparadas con un representante, pero como los activistas destacados son candidatos directos, la que más actividad opositora despliegue tendría más miembros en la Junta Nacional.

No se puede olvidar que vivimos en un régimen totalitario y enfrentados a su enorme aparato de contrainteligencia, de aquí que nuestra democracia está circunscrita a no dejar espacio para que el G-2 tome las riendas, por ello en las elecciones debe primar el consenso de la mayoría en lugar del sufragio abierto. Tenemos que ser especialmente escrupuloso para elegir los miembros de la Contraloría de asuntos internos, la cual realizará una actividad fiscal, y en caso de juicio ante algún litigio, tendría como jueces a la presidencia y como jurado al plenario de la Junta.

No sé por qué le preocupa la posibilidad eventual de algún guirigay, porque estos tienen lugar en todos los parlamentos del mundo, a excepción de los “niños cantores de la Habana en su Asamblea Nacional del Poder Popular”. Precisamente una de las necesidades importantes que resolverá el parlamento es el espacio para dirimir las faltas entre los miembros de forma interina, con ello no solo se pondría fin al escándalo público, sino también impedir que los que cuenten con más poder, principalmente quien suma el de la policía, no puedan abusar de los más débiles; pues la investigación desplazará al engaño de la palabra.

Con el “Parlamento de la Unidad” la oposición tendrá al fin una representación y una voz que recoge el sentir de todos. Esta estructura es la única capaz de reunir la diversidad con respeto a la independencia, pero a la vez control contra el fraude, la malversación y la mentira, lacras que hoy están a sus anchas en nuestras filas. Por eso esta idea no le gusta a los que están medrando de la miseria de sus compatriotas, ni de los que viven de lo que la generalidad padece, son los mismos que se prestaron a los intereses de la policía política, para robarnos la unidad desde los primeros tiempos de Bofill; recuperarla hoy es el primer deber patrio.

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