martes, 31 de enero de 2012

PRIMERO BARRABÁS

Francisco Chaviano González
Jaimanitas, 24 de diciembre de 2011 /Agenda del Cambio-Debate/. El presidente Raúl Castro declaró en su discurso ante el VIII período ordinario de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, que el Consejo de Estado concederá indulto por razones humanitarias a dos mil novecientos prisioneros, de los más de cien mil que componen la población penal cubana. Serán beneficiados fundamentalmente reclusos comunes, entre ellos mujeres, ancianos, enfermos y jóvenes reeducados. No obstante también serán liberados algunos sancionados por delitos políticos que ya han extinguido buena parte de su pena.

Aseguró que las conmutaciones de sanción se realizaran atendiendo a peticiones familiares, del Consejo de Iglesias de Cuba y la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, así como por los cuatrocientos años de aparición de La Virgen de la Caridad del Cobre y la próxima visita a Cuba del Papa Benedicto XVI.

Será la excarcelación más grande de los últimos veinte años, y la segunda con motivo de la visita de un Papa. A pesar de que el mundo ha clamado por la liberación de prisioneros políticos, el gobierno de La Habana sólo libera fundamentalmente a presos comunes y unos pocos políticos.

Recuerdo la visita de Su Santidad Juan Pablo II, en 1998. Yo me encontraba cumpliendo una condena de 15 años por razones políticas, cuando el gobierno anunció las tipificaciones de sancionados que serían excluidos. Puedo imaginarme entones, como se sentirán mis compatriotas: son momentos de expectación, ansiedad, alegría para unos pocos y frustración para la mayoría.

Mi amigo el Dr. Omar del Pozo Marrero y yo teníamos la misma sanción de 15 años por delitos similares, Revelación de secretos concernientes a la Seguridad del Estado, que no figuraba entre las exceptuadas. El había extinguido seis años de condena y yo cuatro. Mi compatriota aseguraba que nos liberarían juntos, apuntalándose en razones obvias. Yo le reconvenía que a él lo liberarían, pero a mí no, porque aún no habían saciado el rencor que el gobierno me profesaba. Hubiera querido perder la apuesta, pero no fue así, tuve que extinguir mi sanción completa.

Hoy se repite la misma historia. Las liberaciones no se ceñirán a una regla, sino al libre albedrío gubernamental. Nos imaginamos que algunos casos, como Rafael Ibarra Roque, a punto de cumplir su sanción en febrero, debe salir, pero nos preguntamos si estará incluido Ernesto Borges Pérez, quien lleva catorce años en prisión y desde hace cuatro le corresponde la libertad condicional, por tanto liberarlo sería cumplir con lo dispuesto. Y cuál será la consideración para los cuatro jóvenes encarcelados por enarbolar unos carteles frente al Consejo de Estado.

¿Terminará el martirio para Elías Pérez Bocourt, quien lleva veinte años de prisión política bajo hostigamiento vejaminoso de los carceleros, por complicidad de asesinato, por estar en el momento y lugar equivocado, ya que no participó en los hechos y se enteró por la prensa al día siguiente?

¿Qué tratamiento darán a los casos de Tráfico de Personas, clasificados como delitos comunes, pero que todos sabemos su connotación política y el ensañamiento de su sanción exagerada? Entre ellos distingo el caso de Rolando García, que lleva más de diez años de cárcel, a pesar de que Medicina Legal lo declarara no apto para estar en en una celda. Así como Raúl Rodríguez Soto, y muchos más.

¿Nos preguntamos si entre los extranjeros que serán liberados estará Alan Gross, el menos justificado de los extranjeros para tener en prisión? ¿Y si ante que los nobles defensores del progreso y la libertad, el estado preferirá primero soltar a Barrabás, como cuentan las sagradas escrituras?

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