martes, 19 de julio de 2011

LAS DE CAÍN

Frank Correa


Trabajadores de las cadenas de tiendas recaudadoras de divisas TRD, Trasval y Gaviota, se quejan por la cantidad de nuevos controles y el papeleo añadido a la burocracia tradicional, que tienen que enfrentar desde que pertenecen al Grupo de Apoyo Empresarial GAE, en manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, que intenta sacar adelante a la maltrecha economía socialista.

Isabel Fuentes, encargada comercial del Mercado Flores, en el municipio Playa, cuenta que con el GAE han desaparecido los productos de la empresa Vima. También escasean el detergente, el puré de tomate, los sazonadores y muchas líneas de champú y perfume.

Algunos proveedores suspendieron sus contratos por la impuntualidad de los pagos y las condiciones desventajosas que les imponen. Según la analista, es realmente agotador el inventario diario a las tarjetas de estibas de los productos del almacén y el área de venta, antes de comenzar cada jornada. A veces es la hora de abrir y aún no se ha terminado, por eso las demoras.

Añade, que los encargados comerciales de las tiendas deben ir todos los días a conciliar a 26 y avenida Kolhy, en el municipio Plaza, hacer una larga cola para conciliar con el comercial de la provincia. No cuentan con transporte para esta gestión, por lo que deben coger el ómnibus, “que a esa hora siempre está en llamas”. Además deben costearse el pasaje y la merienda de sus propios bolsillos.

Otra de las quejas de los trabajadores de TRD, Trasval, Gaviota, lo constituye la desmesurada exigencia en la disciplina que exigen los gerentes, casi todos retirados de las Fuerzas Armadas, quienes creen que todavía dirigen batallones y por cualquier minucia te suspenden el estímulo, (la jaba), y la divisa, (un incentivo en cuc que es el verdadero sostén económico de los empleados).

El GAE no ha resuelto nada, ni aporta nada a lo que ya estaba implementado, al contrario, solo ha traído más trabajo, más control, menos productos, menos condiciones laborales, más sanciones administrativas, más demoras en el servicio y el creciente disgusto a la hora de atender al cliente.

--Muchas veces se encuentra a un dependiente sin la sonrisa, ni la gentileza, ni la esmerada atención que merece el usuario, pero ¿quién va a reír, o a hablar con dulzura, cuando detrás del mostrador el empleado está pasando las de Caín?

No hay comentarios:

Publicar un comentario