jueves, 29 de septiembre de 2011

OBRAS GRISES

Frank Correa

Tonyto el pintor de Romerillo, acaba de respirar un hálito de luz entre tantas tiniebla, pudo vender el sábado pasado dos pinturas en una galería de La Habana, aunque de manera subrepticia.

Se había inscrito junto a medio centenar de artistas plásticos, para una exposición que prometía buena venta durante una semana de actividades culturales en La acacia, pero desestimaron sus cuadros por no cumplir con los requerimientos de estéticas mínimos.

Los organizadores exigían bastidores de buena madera y la armazón que utiliza Tonyto es de bajo costo, astas de banderas que recoge en la calle después de los desfiles. También construye con medios propios sus pinceles. Sus óleos los fabrica derritiendo plomo y cenizas de zinc.

Uno de los curadores era un amigo, que quiso ayudarlo incluyendo sus telas Árbol genealógico y La ayuda entre una decena de lienzos que se comercializaron por fuera de la exposición, algunos rechazados también por los organizadores del evento.

El curador le explicó a Tonyto que en el mundillo comercial del arte se les llama a estos rechazos “obras grises” y los coleccionistas las revisan primero antes de entrar a comprar en los salones de las galerías.

Por suerte las dos primeras “obras grises” que se vendieron fueron las de Tonyto, adquiridas por la misma persona que se interesó por más, y el curador tuvo que ofrecer una disculpa explicando que Tony Calzada era un artista muy complejo y pocas veces sacaba a la venta sus pinturas.

El pintor de Romerillo anduvo toda la velada sumergido en la multitud, observando cómo se movían los artistas premiados, cómo posaban ante las cámaras, o disertaban sobre la calidad de sus obras, o explicaban sus estilos. Regresó a su casa con dinero para comer una semana, pagar deudas, comprar cobijas para sus padres que son ancianos.

También compró lienzo, pinceles, óleo blanco, que es el color más difícil de imitar con cenizas de zinc, y por supuesto madera para bastidores. Dice que aunque necesita el dinero para comer y vestir, también desearía ver un cuadro suyo colgado alguna vez en una galería, que su nombre aparezca en los créditos, que se mencione en voz alta, delante de todos, no en susurros en la oscuridad de un almacén, como un simple artículo de una venta clandestina.

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