jueves, 29 de septiembre de 2011

UNA CONVERSACION JUNTO AL MAR

Por Tania Díaz Castro


El anciano, sudoroso, se sentó donde pudo, colocó la lata con los restos de comida para llevar a sus cerdos y después de beber un vaso de agua que me había pedido, retomó la conversación que por la lluvia habíamos interrumpido en días pasados.
-Como le dije, no me gustan las guerras, pero sinceramente, mucho menos las dictaduras. Encuentro muy bien la guerra contra Gaddafi.
Luego me confesó que en abril de 1961 estuvo como miliciano en el combate de Playa Girón, contra la Brigada 225.
Lo miré a los ojos. Pude darme cuenta de que este hombre tenía historias que contar, historias que quizás se las llevaría el viento si no las conversara con alguien antes de morir.
Tan demoledoras fueron sus opiniones, que lo vi entristecerse, sin saber cómo continuar, tal vez hasta temiendo que yo no lo comprendiera.
-Si el ejército de Estados Unidos hubiera apoyado a los brigadistas cubanos en Girón, Cuba no estuviera sufriendo tanto.
-Pero no sólo usted estuviera muerto hoy. Yo también, porque fui miliciana…
-Por supuesto. Pero nada de leyes arbitrarias que sólo han servido para llevar a la cárcel a gran parte de la población, ni miles de fusilados, ni muertos en el mar, ni un exilio con millones de cubanos, ni una economía destruida por la que todo un pueblo sufre de carencias alimentarias. Aunque usted me vea aquí, sin zapatos, recogiendo salcocho para mis dos cerdos, en una casa que se me cae por día y solo, como un perro triste y hambriento, leo los periódicos, y tengo un viejo radiecito por donde escucho las noticias de afuera.
-¿Radio Martí?
-Sí, pegadito al mar, que es donde se oye mejor.
-Aprovecho y le pregunto cuántos hubieran caído si las fuerzas del Ejército de Estados Unidos hubieran apoyado aquella invasión y rápidamente me responde:
-Menos de un millar. Nosotros no éramos suicidas. Tampoco los muchachos del Ejército de Fidel. Además, se trataba de una zona muy poco poblada. Pese al entusiasmo del pueblo por la Revolución, muy pocos simpatizaban con el comunismo. Allí se hubiera acabado todo. Hasta Fidel habría muerto de un bombazo cuando saltó del tanque de guerra, según la conocida foto.
Girón no fue una experiencia. Si hubo muertos se debió sobre todo al enfrentamiento entre dos batallones de milicianos que se confundieron en la oscuridad de la noche, algo que no se menciona para nada. Yo no sufrí ni un rasguño.
-¿Entonces no se considera un valiente, un héroe?
-Sí, pero por haber podido sobrevivir a los bombazos de una dictadura, a todo lo malo que una dictadura produce. Esa es la peor guerra que hemos librado todos los cubanos. Los de aquí y los de allá.
Quedamos en hablar otro día, al caer la tarde, cuando volviera a pasar por el patio de mi casa, con su lata de restos de comida para su par de cerdos.
Santa Fe, 2011

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