martes, 10 de noviembre de 2009

El Parque de las Lamentaciones

EL PARQUE DE LAS LAMENTACIONES



Frank Correa

La Habana, 3 de noviembre del 2009. (RDACD). A una cuadra de la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en La Habana, frente a la funeraria de Calzada y K, se encuentra “El parque de las Lamentaciones”.

Los que pretenden emigrar al vecino país del norte deben esperar allí antes de ser llamados para las entrevistas. El llanto y la decepción cuando el cónsul de turno les niega la autorización de viajar sustentan el nombre del parque, que cuenta con once bancos y una orla en el centro, donde antes crecía una palmera.

En este parque también se reúnen los miembros de la oposición y los periodistas independientes, beneficiados por la hora de Internet que de lunes a viernes brinda la Oficina de Intereses. Un notable contraste se pone de manifiesto cuando los opositores al gobierno cohabitan en este parque con el centenar de cubanos que a diario desfila por el parque.

El opositor, casi siempre con el sobresalto de la persecución, la bruma de una noche de vigilia, o varios días de ayuno, a veces hasta en huelga de hambre, va dispuesto a decirle al pan pan y al vino vino. Airado por alguna detención, listo para enviar al mundo sus denuncias de violaciones a los derechos humanos o las golpizas que continuamente reciben, casi siempre sin dinero ni para la guagua, a diferencia de los emigrantes, bien vestidos, sin muchos problemas políticos, ni económicos, callados, frívolos, que miran a los opositores como a bichos raros.

Una anécdota reveladora de los espíritus patrióticos contrapuestos entre los que se van y los que se quedan fue evidente el martes pasado, cuando el guardia de seguridad llamó por la lista a los opositores para el turno de Internet de las 9 de la mañana y un ciudadano aspirantes a exiliado preguntó quiénes eran aquellos que estaban priorizando. Cuando le contestaron que eran los opositores al gobierno, el preguntón se insultó:

--¡¿Y por qué no los cogen presos?!

Labastida, presidente del Partido por los Derechos Constitucionales, cuenta otra historia significativa. Dice que una mañana, asistido por un momento de alegoría, subió a la orla y aprovechando la sombra de la palmera, hizo un llamado a los cientos de hombres y mujeres que esperaban su turno para la entrevista con el cónsul americano:

--¡Escuchen, pueblo de Cuba! ¡En vez de marcharse del país, luchemos por nuestros derechos constitucionales! ¡Vamos todos, ahora mismo, a la Plaza de la Revolución! ¡Miren cuánto somos, cientos, miles, juntos podemos lograr que nos escuchen!

Mientras hablaba, repartió volantes sobre Derechos Humanos.

Asustados, mascullando improperios contra el negro loco que les estropeaba sus posibilidades de ser aprobados para largarse del país, los pretendientes a emigrantes se alejaron rápidamente del opositor.

Cuenta Labastida que recogió sus volantes del piso y se marchó descontento. Al otro día la palmera amaneció cortada por la mitad.

Frank Correa Romero
Editor de la Revista Digital Agenda del Cambio Debate
Escritor, miembro de la UNEAC.

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