jueves, 1 de diciembre de 2011

LA AVENTURA DE ELÍAS

Frank Correa

Elías Ramírez pesca todos los días en el malecón de La Habana para alimentar a su familia. A veces tiene suerte y captura un pez de envergadura, que vende en divisas a los extranjeros, allí mismo en el muro.

Cuenta que hace poco pescó una palometa de 87 libras, frente al hotel nacional. La tenía muerta en la acera y ya estaba recogiendo los avíos para marcharse a negociarla, cuando llegó Kiki el curda y le pidió las tripas y las agallas de carnada. A cambio le prometió descamarla y limpiarla.

Elías permitió que bajara a los arrecifes con el pez, que era casi del tamaño del curda. En el momento que iba a comenzar la faena vino una ola enorme y se lo llevó de la mano. A Elías casi le da un infarto cuando vio a su pez perderse en el mar. Le gritó a Kiki que se tirara a buscarlo, porque en esa palometa habías 87 cuc, sino lo iba a matar.

Kiki se acercó al agua pero otra ola lo lanzó contra las piedras y perdió el conocimiento. Elías bajó en su auxilio, lo sacudió, lo conminó a tirarse. A empujones lo llevó hasta la orilla, pero el oleaje era tan fuerte que los derribaba. Se sentaron en el muro a lamentarse, al poco rato vieron a unos metros a la derecha de donde había caído el pez, una cola que sobresalía en la superficie. Fueron a ver y era ella, una ola la había clavado de cabeza entre las rocas. Intentaron sacarla entre los dos, inútilmente, parecía soldada al fondo.

Elías subió al malecón, caminó varias cuadras hasta encontrar quien le prestara una careta, regresó y se sumergió en el mar, pudo ver al pescado incrustado hasta la mitad en un hueco del canto. Subió, tomó aire y bajó de nuevo con un cuchillo para intentar salvar lo que pudiera.

Estuvo durante media hora bajando, cortando, emergiendo cada cierto tiempo para tomar aire y descender otra vez, a cortar. El oleaje lo lanzaba continuamente contra el diente de perro y sangraba por la cabeza, el pecho y los brazos. Tras mucho esfuerzo consiguió finalmente cortar la mitad del pez, el resto quedó apresado en la roca.

Salvó treinta y cuatro libras. La cabeza y un pedazo del torso quedaron en el hueco, que fue cebadero de la fauna marina durante varios días, hasta que una enorme barracuda llegó como un bolido y se la llevó.

--Cincuenta y tres cuc perdí por la gracia de Kiki –repite Elías cada vez que cuenta la historia.

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