jueves, 1 de diciembre de 2011

UNA SEÑORA LLAMADA DALIA

Por Tania Díaz Castro
Y como esta vecina mía presume de saberlo todo, se me ocurrió preguntarle quién era Dalia Soto del Valle. Se quedó pensando unos segundos con los ojos cerrados y cuando los abrió, me aseguró que la tal Dalia no era del barrio, porque ella vive en El Roble, reparto costero de Santa Fe, oeste de La Habana, hace casi setenta años y conoce a todos.
Entonces me pareció interesante seguir indagando, con el fin de tener una idea de quiénes conocían a la señora Dalia Soto del Valle. Un bicitacero, que anda para arriba y para abajo en busca de pesos, respondió con otra pregunta: ¿La busca la policía por jinetera?
Al día siguiente llamé a Mary, mi prima de Camajuaní, pueblo de Villa Clara, para preguntarle.
-Déjame pensar.-dijo.
Luego agregó: Bueno, no podría decirte, pero creo que he escuchado ese nombre en el Noticiero Nacional de la televisión cubana.
-¿No habrá sido en la emisora Radio Martí? –le pregunté de nuevo.
-No, en Radio Martí no me parece.
Mi encuesta abarcó a más de veinte personas, pero los únicos que respondieron positivamente fueron cinco periodistas independientes y un amigo artesano que vive en Centro Habana. Este había escuchado el nombre de Dalia en un vídeo clandestino que hizo la novia de un hijo de Fidel, cuando huyó de Cuba.
Con esta pequeña encuesta saqué en conclusión que los cubanos ignoran quién es la Primera Dama de la nación. Ni siquiera el cineasta Oliver Stone logró saber a ciencia cierta quién era Dalia, cuando entrevistó al líder cubano en el 2000.
¿Acaso se ha tratado de una estrategia del Jefe de la Patria, para lucir soltero ante las masas? ¿Por qué ocultar una familia, una historia de amor, que se ha reproducido en cinco sanos y vigorosos jóvenes y un largo matrimonio? Ni siquiera sus vecinos de Jaimanitas más cercanos, saben que en Cuba existe una Primera Dama al doblar de su esquina.
El respeto a la vida privada de una persona está contemplado en la Declaración de los Derechos Humanos, algo que ha despreciado el régimen castrista a través de sus Comités de Defensa de la Revolución –CDR-durante medio siglo, cuando los cubanos cederistas se convirtieron en lobos de los cubanos. ¿Merece el creador de ese engendro maquiavélico que se le respete la suya?
Nuestra Señora Primera Dama Dalia, ya vieja y seguramente no deteriorada, aunque jamás se ha visto, pertenece a la Tercera Edad. Dicen que fue una bella y esbelta rubia de Trinidad, provincia de Villa Clara, que tuvo la buena o la mala suerte de enamorarse de un hombre que, por sentirse tan poderoso, la ha mantenido en las sombras, entre paredes, escoltas, y fusiles, como hizo Hitler con Eva Braun y como hacen los reyes y sultanes con sus concubinas.

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