jueves, 8 de octubre de 2009

El Tiempo se Acerca



EL TIEMPO SE ACERCA. Ana Margarita Perdigón Brito

La Habana, octubre de 2009. Algo está ocurriendo. Se puede percibir un aire de descontento y un suspiro de desengaño.

No es raro oír en cualquier lugar público las quejas sobre la deficiente actuación de entidades gubernamentales; hay gentes que, en su desespero, dan gritos al aire cuando a fin de mes nada queda en los bolsillos y la despensa ni guasasas tiene.

“¿Qué hacer?”, se pregunta un joven que se me acercó y me señalaba sus zapatillas rotas, compradas con mucho sacrificio, pero que no le duraron nada. Puedo imaginar cuál locura se le ocurriría: tal vez la de hacer un negocio ilícito o sacrificar un vacuno, aunque le cueste años de prisión.

No quiere verse solo, y sabe que las novias, en estos tiempos, cuestan caras; no por ellas, sino por los elevados precios que cobra el gobierno.

Esto me ha hecho recordar las visitas a mi hermano preso. ¡Cuántas caras jóvenes se marchitan detrás de los barrotes por querer tener derecho a la vida y comprarse de Pascuas a San Juan una ropa a la moda!; pero la mayoría no tiene suerte y termina en prisión.

Salgo muy a menudo, y como una fantasma veo el caminar, el actuar y el hablar de la gente. La noto estresada, desorientada o mintiendo tratando de hacer ver que todo está bien.

¡Bailar en casa del trompo! ¿Quién me puede negar la verdad? Ni aun los obstinados que quieren darle color a la oscuridad, que creen que con una fingida sonrisa van a construir la felicidad.

¡Basta de hablar de victorias!, si la derrota está en cada esquina; esta es una revolución de mentiras, que como estatua empolvada se derrumba sin ponerle un dedo.

Juanito el bicitaxista, que “siempre está en todas”, se contenta con decirme: “Esto cada vez está peor”; es porque sabe que detrás de todo esto, el aire de esperanza y de libertad está cada vez más cerca.

Mi padre siempre me dice: “No te apresures; el camino se arregla cuando se pone bien malo”. Me doy cuenta de que la aurora resplandece al ver los rostros cansados y la mentira machucada porque ya no hay quien la crea.

Es fácil ver la libertad a los que ven más lejos, los que admiran la vida, los que le dan la espalda al miedo, los que aman la verdad. Sé que está cerca y no me desespero. Ya casi es la hora de cosechar.

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