jueves, 8 de octubre de 2009

Obra Maestra

OBRA MAESTRA.
Francisco Chaviano González.


La libreta de racionamiento fue instaurada por el comunismo cubano para garantizar el sustento mínimo alimentario de la población.

Los Castros después de entronizarse en el poder, se apoderaron de los medios de producción mediante nacionalizaciones e intervenciones, cuya indemnización resultó tan magra que devino en confiscación de bienes particulares. Además de los impuestos, el gobierno revolucionario se quedó con las ganancias que antes se llevaban los capitalistas, es decir, contó con un ingreso extra para mejorar el país, pero paradójicamente en tan solo cuatro años la escasez se hizo tan aguda que obligó a tomar medidas urgentes de subsistencia.

El deterioro económico y social ha sido la huella de estos 50 años. El país dejó de ser productor de azúcar y de otros alimentos importantes, mientras que la minería y la manufactura decrecieron notablemente. La industria y los medios de producción arrancados al capitalismo envejecieron. Las adquisiciones posteriores no cubrieron las necesidades por lo que la crisis se hizo inminente y el ciudadano se corrompió, faltando al más elemental de los principios: el de ser un hombre honrado. El gobierno permutó los fundamentos económicos del país, para vivir de la expansión política mediante el espionaje y el engaño con sus compras de influencia, la trata de profesionales y la rapiña de esquilmar al pueblo.

Lo vivido en este medio siglo es inefable. Lograr que un pueblo entregue de buena gana lo más sagrado que posee, su libertad, y se convierta en un rebaño de zombis es la verdadera obra maestra de los Castros. La definición certera de este régimen la dio el argentino Eudoxio Ravines, en su libro “La Gran Estafa”; escrito algunos años antes del triunfo de la revolución. Y es que precisamente de eso se trata: el estafador se caracteriza por llegar a sus víctimas vestido de ángel, dadivoso y solícito en su empeño de ganarse la confianza. Su objetivo es que le entreguen voluntariamente lo que pretende despojar, acude a la persuasión, promesas, engaños. Los pueblos no escarmientan por cabeza ajena y luego de entregar el alma de la libertad, se les hace muy difícil recuperarla.

A contrapelo del comportamiento del pequeño estafador, el grande no huye de sus víctimas, son estas quienes tratan de escapar. La gran mayoría del pueblo cubano quiere emigrar. El programa de visas fortuita de la Sección de Intereses norteamericana, conocido como “El Bombo”, fue suspendido cuando rebasó las quinientas mil solicitudes familiares que comprenden alrededor de dos millones de personas. Eso sin contar los programa de refugiados y reunificación familiar. Más de un millón está en trámites para acogerse a la ciudadanía española con el fin de marcharse a la Madre Patria. Otros miles se van para Ecuador, Venezuela, Haití.

La idea de que Raúl Castro era un hombre pragmático y acabaría con las prohibiciones indebidas, avivó las esperanzas de muchos. Pero como su primera preocupación no es la de resolver los problemas del país, sino el garantizar su permanencia en el poder, en lugar de las ansiadas reformas optó por la ortodoxia comunista de los métodos de producción estatal, las imposiciones y la represión. De hecho arremetió contra el mercado subterráneo, que constituye la supervivencia de la Cuba actual.

Cada día mucha gente se pregunta: ¿Cómo es posible que este pueblo puede vivir, si un par de zapatos cuesta el equivalente a dos meses de salario y otro tanto se le exige a un padre de familia para garantizar el desayuno familiar de un mes?

Nuestra odiada libreta de racionamientos resulta entonces una verdadera suerte. A pesar de lo diezmada y maltrecha, sigue tirándonos un tremendo cabo e impide la muerte de muchos por inanición. Ahora ha vuelto a la escena la noticia de su desaparición inminente. Los lame botas, haciendo galas de un masoquismo frenético, claman en el periódico Granma por quitarla. Hoy están cerrando los comedores obreros, que equivale a cortar la entrada de miles de toneladas de alimentos al pueblo; por lo que se agudizará la crisis alimentaria. La libreta es una entrada mayor, quitarla desataría la hambruna. Es un viejo anhelo el que la abundancia le gane la partida haciéndola desaparecer; pero en medio de la extrema penuria en que vivimos, no se puede quitar lo que está ligado a nuestra subsistencia.

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